En el Palacio Real de Madrid, tuvieron presencia dos Regidores de Cádiz (hoy día el cargo de Regidor equivaldría al de Concejal).
Por un lado presente Francisco Gómez Ángulo, de 70 años, portando un báculo, por otro lado, Esteban Chilton Fantoni, Florentino, casado con la sobrina de un ingles afincado en Cádiz que hizo fortuna en esta ciudad.
Chilton le quitó el báculo a Ángulo, no se sabe por que motivo, y comenzó a golpearlo.
Un hijo de Ángulo, abogado al ver como agredía a su padre, y armado con un puñal, embistió a Chilton y le tocó la cara.
Se pudieron separar a ambos, pero el duque del Infantado, mayordomo mayor del Palacio, hizo que viniera la Guardia Civil, y fueron presos Chilton y el hijo de Ángulo.
A Francisco Ángulo lo dejaron ir a su casa, pero a su hijo lo condenaron a la pena de muerte tras pagar 4000 ducados. La pena máxima tendría que ser ejecutada a cuchillo.
Al reo le vendaron los ojos y lo ataron a la silla, para que el verdugo lo degollara. Así se ejecutaba a los Nobles por aquel entonces.
A punto de morir, el Rey decidió perdonarlo por haber cometido el delito en defensa de la honra de su padre. Volvió a la cárcel, salió poco después y le perdonaron los 4000 ducados, después que el propio duque del Infantado les hiciera a los tres darse la mano.
Por un lado presente Francisco Gómez Ángulo, de 70 años, portando un báculo, por otro lado, Esteban Chilton Fantoni, Florentino, casado con la sobrina de un ingles afincado en Cádiz que hizo fortuna en esta ciudad.
Chilton le quitó el báculo a Ángulo, no se sabe por que motivo, y comenzó a golpearlo.
Un hijo de Ángulo, abogado al ver como agredía a su padre, y armado con un puñal, embistió a Chilton y le tocó la cara.
Se pudieron separar a ambos, pero el duque del Infantado, mayordomo mayor del Palacio, hizo que viniera la Guardia Civil, y fueron presos Chilton y el hijo de Ángulo.
A Francisco Ángulo lo dejaron ir a su casa, pero a su hijo lo condenaron a la pena de muerte tras pagar 4000 ducados. La pena máxima tendría que ser ejecutada a cuchillo.
Al reo le vendaron los ojos y lo ataron a la silla, para que el verdugo lo degollara. Así se ejecutaba a los Nobles por aquel entonces.
A punto de morir, el Rey decidió perdonarlo por haber cometido el delito en defensa de la honra de su padre. Volvió a la cárcel, salió poco después y le perdonaron los 4000 ducados, después que el propio duque del Infantado les hiciera a los tres darse la mano.
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