14 mayo 2011

MANFRED GNÄDINGER




 Era un alemán que, en 1962, llegó a Camelle caminando con su mochilla de trotamundos. Se enamoró de una lugareña, que a su vez se enamoró de un viajante de A Coruña, y Manfred enloqueció.
Desde entonces, vivió en una choza cerca del espigón del puerto, siempre ataviado con su taparrabos, hiciera el tiempo que hiciera, mostraba sus esculturas de cantos rodados a todo aquel que venía a visitarlo, se hizo muy famoso el "museo de Man", el alemán de Camelle, y eran muchas las visita que recibía a lo largo del año.
Aquí en la Costa da Morte, se hizo viejo en paz, el decía que sus esculturas eran sus hijas. Cuando las salpicó el chapapote del Prestige, murió de pena. Fue en el año 2002, el 28 de diciembre, día de los Inocentes.

Su obra permaneció, los temporales han arrasado gran parte del museo, pero hay un grupo de voluntarios empeñados en conservar lo pco que queda y en mostrar a los curiosos los papeles y las fotos de Man, y las famosas libretitas que entregaba a los visitantes para que dibujaran sus impresiones. Man decía: "En cada papel está el alma de cada quién, y mi objetivo es hacer un rascacielos con todas ellas".


La existencia de este hombre y sus obras es algo verídico. Que enloqueciera de amor y muriera de pena, bueno.. ¿quien puede entender todos los lugares ocultos de la mente? Un hombre naúfrago del amor  o naúfrago por propia libertad de la vida y la sociedad que nos rodea....




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