21 abril 2011

LA AFRENTA DE CORPES





Una leyenda muy popular es la referente a los Condes de Carrión. Dos nobles que se casaron con las hijas del Cid (Rodrigo Díaz de Vivar), Sol y Elvira. 
Ambos estuvieron con su suegro durante dos años en Valencia, pero parece ser que el Cid no estaba muy satisfecho con ellos en cuánto a valentía, en ocasiones los ridiculizó poniéndolos en evidencia ante todos.
Cuando los Condes regresaban de vuelta a Castilla con sus esposas, ya sentían gran rencor hacía el Cid, y decidieron darle una lección que jamás olvidaría, y para ello utilizaron a sus mujeres e hijas de Rodrígo.
Al llegar a Robledal de Corpes, pararon allí, dando orden a la escolta para que prosiguieran solos el camino, diciéndoles que luego los alcanzarían. 
Una vez hubiera desaparecido la escolta, desnudaron a Sol y Elvira, las ataron a un árbol y las azotaron con sus espuelas, abandonándolas cubiertas de sangre, a su suerte.
Féliz Muñoz, sobrino del Cid, que formaba parte de esos hombres encargados de llevarlos de vuelta a Castilla, fue en busca de sus primas al observar que los Condes regresaban solos. Cuando las halló las condujo a Valencia, donde el Cid preparó su venganza.
Pidió Justicia a Alfonso VI, reclamó sus espadas "Tizona y Colada" y la dote que había entregado a sus yernos por el casamiento con las hijas. Una vez fue satisfecha esta petición, pidió la restitución del honor a través de un duelo a muerte. Se celebró el acto en el que participaron sus amigos y capitanes, y finalmente los Condes de Carrión murieron en dicho duelo.
El Cid casó a sus hijas, ya libres del compromiso anterior, con los Infantes de Navarra y Aragón.

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